La decisión de dejar de fumar sin engordar es uno de los retos más comunes entre quienes quieren abandonar el tabaco. Muchas personas temen que al dejarlo su peso aumente, lo que puede convertirse en un obstáculo para dar el paso. Pero la buena noticia es que si es posible dejar de fumar y mantener tu peso bajo control, solo necesitas conocer por qué sucede ese cambio y aplicar estrategias inteligentes para evitarlo.

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¿Por qué las personas que dejan de fumar suben de peso?

Lo primero que debes saber es que el tabaco actúa como un supresor del apetito y acelera ligeramente el metabolismo. Cuando dejas de fumar, tu cuerpo comienza a funcionar de forma más natural, lo que puede traducirse en una reducción de calorías quemadas al día y un aumento de la sensación de hambre. Por eso, muchas personas comen más tras dejar el tabaco, no porque lo necesiten realmente, sino porque su organismo está reajustándose a la ausencia de nicotina.

A esto se suma el componente psicológico: fumar se convierte en un hábito asociado a momentos específicos (tomar café, hacer una pausa, después de comer…). Cuando se elimina el cigarro, el cerebro busca reemplazos y, en muchos casos, la comida se convierte en esa “muleta”. Este cambio de conducta, si no se gestiona bien, puede llevar a ganar algunos kilos. Sin embargo, con estrategias adecuadas, ese aumento de peso no es inevitable.

¿Por qué es importante saber nutrición para combatir el estrés?

Conocer principios básicos de nutrición es clave para manejar el estrés que suele acompañar al proceso de dejar de fumar. Una buena alimentación no solo ayuda a mantener el peso, también regula los niveles de energía y estabiliza el estado de ánimo.

Algunos puntos fundamentales son:

  • Alimentos saciantes: incluir fibra, frutas y verduras para evitar la sensación de hambre constante.
  • Proteínas de calidad: ayudan a mantener la masa muscular y proporcionan energía sostenida.
  • Hidratación adecuada: beber suficiente agua reduce la ansiedad y la confusión entre hombre real y ganas de picar.
  • Reducir azúcares y ultraprocesados: evitan picos de energía seguidos de bajones emocionales.
  • Pequeñas comidas frecuentes: en lugar de grandes comidas, ayudan a mantener estable el metabolismo.

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¿Cómo dejar de fumar sin engordar? 7 Consejos

Para dejar de fumar sin engordar es fundamental anticiparse a los cambios físicos y emocionales que provoca este proceso. La clave está en planificar tu alimentación, mantenerte activo y encontrar nuevas rutinas que sustituyan el cigarro de forma saludable. Aquí te dejamos 7 consejos prácticos que pueden marcar la diferencia:

Planifica tus comidas

Cuando dejas de fumar, es habitual sentir más hambre, sobre todo entre horas. La mejor estrategia es anticiparte y organizar un plan de comidas con horarios fijos. Esto evita improvisar con alimentos ultraprocesados o con exceso de azúcar. Diseña menús semanales que incluyan proteínas magras (pollo, pescado, legumbres), carbohidratos integrales y vegetales frescos. Así garantizas saciedad y controlas mejor la ingesta de calorías.

Haz ejercicio regularmente

El deporte es clave porque compensa la ralentización del metabolismo al dejar la nicotina. Hacer actividad física te ayuda a quemar calorías extra y también reduce la ansiedad. Lo ideal es combinar ejercicios cardiovasculares (caminar, correr, nadar) con actividades de fuerza (pesas, pilates, yoga) para tonificar y mantener el cuerpo en equilibrio. No hace falta volverse atleta: con 30 minutos al día ya notarás cambios significativos.

Ten snacks saludables a mano

El impulso de llevarse algo a la boca después de dejar de fumar es muy común. Por eso conviene estar preparado/a con alternativas que no disparen las calorías. Ten siempre a mano fruta fresca, frutos secos sin sal, palitos de zanahoria o apio, yogur natural o incluso palomitas de maíz caseras sin mantequilla. Esto te permitirá calmar la ansiedad de forma saludable y sin sentir culpa.

Encuentra nuevas rutinas

El cigarro está muy asociado a ciertos momentos: después de un café, tras comer o en los descansos del trabajo. Cuando quitas el cigarro, necesitas un sustituto. Busca actividades que ocupen ese espacio: salir a caminar cinco minutos, escuchar música, leer, escribir en una libreta o masticar chicle sin azúcar. El objetivo es reemplazar el hábito sin caer en picoteos poco saludables.

Duerme lo suficiente

Dormir poco afecta directamente a las hormonas que regulan el hambre (grelina y leptina). Cuando estás cansado, tiendes a comer más y, además, eliges peor lo que comes. Establece una rutina de sueño de 7 a 8 horas diarias, evitando pantallas antes de acostarte y creando un ambiente tranquilo en tu habitación. Un buen descanso ayuda a tu cuerpo a adaptarse mejor a la ausencia de nicotina y a mantener un peso estable.

Busca apoyo profesional

Dejar de fumar y controlar el peso es un reto, pero no tienes por qué hacerlo solo. Un nutricionista puede diseñar un plan de alimentación ajustado a tus necesidades, mientras que un psicólogo te puede dar estrategias para controlar la ansiedad y manejar las recaídas. Incluso existen programas de deshabituación tabáquica que combinan apoyo médico y psicológico. Pedir ayuda multiplica tus probabilidades de éxito.

Reconoce tus logros

No subestimes la importancia de celebrar tus avances. Cada día sin fumar es una victoria, y si además mantienes tu peso bajo control, el logro es doble. Reconocerte tus progresos fortalece tu motivación y reduce el riesgo de recaídas. Puedes llevar un registro de tus días sin fumar, marcar objetivos semanales o recompensarte con actividades que disfrutes (un paseo, una película, un masaje). Lo importante es mantenerte enfocado y positivo en tu proceso.

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